En la creencia ortodoxa, que no pocos, pero sí a menudo, confunden equivocadamente con la rusa (aunque sería más lógico equipararla con la griega, al ser los griegos quienes conducían el Imperio bizantino y no los rusos) la fiesta más grande es la resurrección. La fecha de la Pascua es una móvil, calculándose por criterios tanto astronómicos como de índole doctrinarios, respectivamente.
Si la
fecha varía, la férrea imposición de la abstinencia de la ingesta de alimentos
de origen animal durante las siete semanas anteriores es – para los creyentes
fervientes – inamovible. Con lo que hasta el Domingo de Resurrección, no se
consume nada que tenga sangre ni madre.
Debido
a esta y a otras creencias, establecidas a través del tiempo, los principales
alimentos que vayan a ser consumidos durante los tres días que dura la fiesta
se han de cocinar el Jueves Santo. Lo mismo vale para pintar los huevos
tradicionales.
Hoy
presentamos una primera receta típica de la pascua (versión rumana).
La
gran comida pascual
En
general, en la comida pascual, motivo de reunión de toda la familia y
allegados, el cordero es el protagonista por excelencia.
Pero,
como entrantes, en primer lugar, están los rituales huevos cocidos y pintados
que se rompen entre dos comensales de la siguiente manera: mientras uno sujeta
el huevo con un extremo hacia arriba, el contrincante se dispone a chocar el
suyo. El “activo”, el que va a golpear, debe pronunciar la fórmula: “El Cristo
Ha Resucitado”; enseguida, el otro (el que sujeta su huevo) debe contestar con
la fórmula: ”En verdad Ha resucitado”. Tras chocar, ambos dan la vuelta a su
huevo e intercambian papeles: el que golpeó en la primera fase se convierte en receptor,
etc.
Antaño,
el que lograba romper el huevo del contrincante se lo llevaba a modo de trofeo.
Junto
con los huevos cocidos, las entrantes lo conforman el “drob” (un
riquísimo pastel horneado de carne picada a mano, que además lleva huevos cocidos
dentro), ensalada de remolacha cocida con rábano picante, requesón con eneldo, queso
de oveja con rabanitos y cebolla de verdeo. Los platos de peso son a menudo una
ciorbă de cordero y un asado - ¿cómo no? – de cordero.
En
cuanto a postres, la nómina viene compuesta por cozonac en distintas
presentaciones, tamaños y rellenos (de nueces, de semillas de amapola o de
rahat-lokoum, pero también de confitura de picotas agrias) así como pască
(una especie de molde de masa de cozonac) que se rellena con: queso blanco
quark, nata, cacao, arroz, chocolate... amen de pasas emborrachadas en ron (ver
precedente receta).
En el
espacio virtual abundan aserciones como que la gastronomía pascual es aburrida
y difícil. Nada más falso. Y si no, pasen y se convencerán.
Cozonac trenzado con cacao[*]
Aviso
a navegantes: es este un cozonac ligero y delicioso, que no requiere mucho
trabajo; basta con mezclar los ingredientes hasta que queden bien homogéneos, y
listo. Hasta l@s principiantes lo logran una y otra vez.
1 kilo
de harina
600 ml
leche
200 g azúcar
1
cucharadita de sal
4
yemas de huevo
50 g de levadura fresca (de panadero)
50 g. de mantequilla
piel de limón y naranja, rallado
100 g de pasas, a su antojo…
2
cucharaditas de “ron” (ver la receta de “Mártires de Sebaste” en el post
anterior).
Para
el relleno:
4 cucharadas
de cacao
4
cucharadas de azúcar
Para pintar
por encima:
1 yema
de huevo
3
cucharadas de leche
En un
recipiente acorde con la finalidad – y las cantidades – que deseemos (antaño se
utilizaban las artesas) mezclamos la harina y la sal. Derretimos el azúcar en
la leche calentita y dejamos que suba. Añadimos a la harina y mezclamos;
echamos encima las yemas y empezamos a amasar a mano. Añadimos poco a poco la
mantequilla derretida.
Dejamos
subir hasta que duplique su volumen.
Volcamos
la masa sobre una tabla de amasar, que hayamos untado con una pizca de aceite;
amasamos ligeramente y formamos seis bolas de masa.
Extendemos
cada bola hasta obtener una forma rectangular.
Mezclamos
cacao y azúcar para obtener el relleno; untamos las seis piezas de masa con
esta mezcla.
Enrollamos
cada trozo de masa como para un “brazo de gitano”.
Trenzamos
tres rollos uniendo sus cabos. Repetimos la acción para los tres restantes.
Colocamos
ambos cozonaci en sendos moldes para hornear, cada uno con su correspondiente
papel de hornear.
¡OJO! Dejamos
una media hora en un lugar caliente, donde no haya corrientes de aire, para que
la masa pueda subir.
Batir
la yema con las tres cucharadas de leche y pintamos nuestros cozonaci.
Horneamos
en horno precalentado a 200ºC
durante una hora. Pasado este tiempo, comprobamos si están hechos – pinchamos con
un palito de dientes o un pincho de madera. Si al sacarlo, este sale limpio,
sin migas de masa, se ha alcanzado el punto de horneado.
Hacemos
un almíbar ligero y untamos. Se desmoldan y se dejan enfriar cubiertos con papel,
antes de cortar y servir.
Confesión:
la tentación de romper y degustarlos (una y otra vez) mientras aún están tibios
es irresistible. Hay quién se ayuda con un vaso de leche, para hacerlo bajar…
Próximamente:
pasca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario