Una “colindă”
(en singular “colind”) es un cántico ceremonial rumano que puede ser cantado o
declamado, que se podía oír en el periodo navideño, principalmente en los
pueblos de Rumania.
Etimológicamente,
la palabra colindă, colind procede del latino calendae.
La
acción de colindat (según el catálogo oficial del Patrimonio cultural
inmaterial la UNESCO) es una tradición cristiana especifica de Rumania; pero
sus orígenes son precristianos. Etimológicamente, la palabra colindă, colind
procede del latino calendae.
Grupo de colindători, con la Estrella de la Natividad. |
Es una
costumbre que, hoy en día, en las grandes ciudades, se pierde o se vuelve
virtual. La Navidad se celebra cada vez más en la familia, y cualquier cántico
navideño es denominado “colindă”, incluídos los himnos religiosos
cantados por los coros de las iglesias.
En
rumano, el verbo a colinda significa “caminar cantando”, o “cantar
caminando”, y por extensión, coloquialmente, “dar una vuelta”.
Las “colinde”
no se han de confundir con los “Cánticos de Estrella”, típicos para las fiestas
invernales cristianas. Las “colinde” se cantan desde Nochebuena y hasta
Año Nuevo.
Tampoco
tienen nada que ver con el verbo intransitivo español “colindar”.
Tradicionalmente,
no recibir a algún grupo de “colindători” está mal visto y hasta puede
traer mal fario, al ser considerados estos – en general, niños - como “los que
traen al Niño Jesús” a las casas de los cristianos.
Al
acabar de cantar, los “colindatori” son agasajados por los anfitriones, en señal
de agradecimiento, con roscos de pan trenzados, dulces típicos de temporada, manzanas
y nueces, etc.
Los anfitriones ofrecen roscos a los colindători |
Velando los roscos rituales |
Además
de las “colinde” con temáticas bíblicas (Natividad de Jesucristo, el
viaje a Belén, los Reyes de Oriente) en Rumania se dan “colinde” paganas – herencia de las Saturnales romanas, las Dionisias griegas y las
Apokrias (carnavales invernales) de toda Europa. Estos cobran distintas formas
– temas de teatro callejero, con mascaras zoomorfas como la cabra, de extracción
dionisiaca, o el oso, una herencia del culto totémico del oso.
Sobre
los temas inicialmente religiosos han aparecido, a finales del siglo XIX, junto
con el auge de la cultura coral, obras para coro a cuatro voces.
La
mejor versión de las “colinde” navideñas para coro es aquella del Coro Nacional
de cámara “Madrigal”, catalogado “Bien del Patrimonio Cultural Universal” por
la UNESCO en 1992.
El Coro de Cámara Nacional "Madrigal" con su director y fundador, Marin Constantin |
Tal es
la exquisita calidad de este coro, especializado en la música de la Edad Media,
incluida la bizantina, que ya en 1968 han logrado burlar la censura del
régimen, grabando un disco de “colinde” con los que la mayoría hemos crecido, y
que nos emociona en cada Navidad. Para colmo, por muy censurado que lo fuera,
prácticamente no había casa que se preciara sin tener aquella grabación – sino
el disco, al menos una copia pirata en cinta magnética. Disfruten del
arte del Coro Madrigal en una selección de estas pequeñas joyas sonoras, que tanto emocionan a los rumanos. También he añadido un par de piezas del mismo género, interpretadas por el coro masculino del Ejército Rumano.
Bueno, es posible que tengan que escuchar medio minuto de publicidad, que nada tenga que ver con lo arriba expuesto, pero son gajes de internet...
Ahora,
nos vamos para la cocina.
Los
Pañales del Niño Jesús
Pañales del Niño Jesús, o tortas moldavas |
Es este
un postre delicioso, que las amas de casa rumanas preparaban con bastante
antelación, y sobretodo en su area de origen, Moldavia.
Hoy disponemos de
pasta filo en casi todas las cadenas de distribución. Ojo, no confundir con la
masa de hojaldre, porque lo más parecido es la masa brick, pero esta es más
salada que la pasta filo, y no nos serviría.
Para
poder servirlos en la cena de Nochebuena, se ha de preparar con al menos un día
de antelación. Como todo postre que se precie, sabrá mejor al día siguiente.
Ingredientes
Un
paquete de pasta/masa Filo de JR (o similar) de 500 g. En el envase vienen
18-20 hojas de tamaño A3 (más o menos). Tengan en cuenta que se precisan unas 50-60 hojas de tamaño final (ver adelante).
700 g de nueces mondadas y molidas se mezclan con 210 g azúcar.
Para el
almíbar:
500 g azúcar
Miel –
según deseo y gusto
1 litro de agua
Agua de
azahar al gusto
2-3
cucharadas de licor “Stroh”
o 2-3 viales de esencia de ron – en tiendas de
alimentación rumanas, o del este.
En su defecto, unas buenas cucharadas de
licor triple, o de Gran Marnier servirán igualmente.
Ralladura
de corteza de naranja ó limón, una vaina de vainilla partida.
Empezamos
cortando una hoja de pasta en cuartos. No sacar todas las hojas desde el
principio, sino a medida de ir pasándolas por la plancha; de secarse no hay
quién las despegue y quedarían inutilizadas.
A falta
de una plancha rectangular, sirve también una redonda; incluso una bandeja. Eso
sí, tiene que ser lisa, sin rayas.
Hojas pasadas por la plancha - vean el tamaño |
Coja un
cuarto de hoja y páselo por la plancha caliente, con un movimiento continuo y
no muy rápido, casi como un matador haciendo una (media) verónica. Aquí, la
muleta es la hoja y la plancha – el albero. Se debe ajustar la velocidad
dependiendo de la rapidez con la que se “hace” cada hoja. El resultado ha de
ser crujiente y de color dorado, pero no quemado.
Algunas hojas ya preparadas |
Obtendremos
una pila de considerable altura. No se engañen, al final la altura será
parecida a la de una tarta.
Mientras,
preparamos el almíbar.
Llevamos
a ebullición el agua y le añadimos el azúcar y la miel. Los aromáticos se
añaden al final, para que no se evaporen.
Recuerden:
el almíbar ha de estar caliente (que no hirviendo, pero tampoco tibio),
cumplirá mejor su cometido.
Necesitamos
una cacerola cuya boca tenga un diámetro igual al plato de servicio donde irán
los “pañales”. 24 cm
es el tamaño que utilizo con mejores resultados.
Empezamos
el montaje espolvoreando nueces con azúcar (ya están mezclados, ¿recuerdan?) en
el fondo de la olla.
Encima,
colocamos uno de los cuartos de hoja filo pasados a la plancha, procurando que
no se rompa en trozos demasiado pequeños. Al servir no se notará, y tampoco se
pueden colocar sin romper – al estar crujientes, es normal que se rompan. Pero
tratamos de cubrir toda la superficie.
Con
ayuda de un pincel o de una cuchara, bañamos ligeramente la hoja – una
cucharada suele bastar, dos a lo sumo.
Antes
de volver a espolvorear la hoja con nueces y azúcar, conviene apretar
ligeramente con los nudillos de los dedos para comprobar la consistencia del
pastel. Si está muy blando, trataremos de compensar con la siguiente hoja;
incluso se pueden poner varias hojas a la vez, si fuera necesario.
Seguimos
hasta colocar todas las hojas.
Si nos
quedamos cortos de almíbar, podemos volver a hacer una pequeña cantidad. Si
sobrara, guardamos en el frigorífico; en la cena de Nochebuena, o en las
sucesivas comidas, puede que lo necesitemos – por si los “pañales” se quedan algo
resecos.
El frasco tiene la función de apretar ligeramente los "pañales" |
Al
final, colocamos encima un plato llano, similar al de servicio, boca abajo.
Sobre aquel hay que poner un pequeño peso – un frasco de un kilo de peso, o
similar.
Envolvemos todo en film de cocina, para evitar la evaporación del almíbar, y dejamos
en reposo unas 24 horas, en un lugar lo más fresco posible, pero no en el
frigorífico.
Antes
de servir, quitamos el plato, desmoldamos – deslizando un cuchillo fino entre
las paredes de la olla y la “torta” si fuera necesario. Colocamos un plato encima
de la olla y volcamos todo.
Los
eventuales desperfectos se pueden alisar con el filo de un cuchillo, para darle
un aspecto más cuidado.
Se
cortan raciones como las de tarta.
La
tradición quiere que se coman de Nochebuena en adelante.
Pequeño
truco 1: para facilitar el desmolde, los más experimentados colocan una capa de
film de cocina, o de papel de aluminio, en el fondo y las paredes internas de
la olla, para a continuación proceder con el montaje. Al desmoldar, en vez de pasar el cuchillo, tiramos un poco del film sobrante, de manera que se levanten los "pañales".
Pequeño
truco 2: si bien el exquisito sabor de las nueces no se puede comparar con
otros, según la necesidad, se pueden utilizar mezclas de frutos secos –
almendras, o pistachos verdes (que no salados).
Fotos: internet, y propias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario