sábado, 8 de agosto de 2015

Un científico suizo enamorado de Rumania: Eugène Pittard (1867-1962).



Los pensamientos abajo trascritos pertenecen a un antropólogo suizo que, tras emprender varios viajes a Rumania, acabó enamorado del país, de su arte, su historia y sus gentes, convirtiéndose en un importante promotor de Rumania en el espacio francófono.

Aquí explicaba, hace casi un siglo, los motivos de la ubicuidad de la iglesia en el arte y el saber medievales de Rumania. He aquí lo que hasta el viajero menos atraído por el arte religioso ha de buscar entre los muros de iglesias y monasterios de Rumania.

“Tismana, Curtea de Argeș, Campulung, así como los monasterios más simples, ignorados por los turistas vulgares, ocultos en las honduras de los valles carpáticos; que nadie olvide que estos fueron uno de los elementos fundamentales de la civilización rumana. Al abrigo de bárbaros  e indiscretas, a la sombra de sus claustros, en la paz de sus blancas celdas encaladas y de sus floridos jardincitos, los santos varones que los poblaron, que han traído y cultivado la predilección hacia la lectura y la escritura, y cuyas manos piadosas pintaron los muros de sus capillas, han propagado el gusto por lo ideal.
En la historia del arte rumano, el arte monástico ocupa un lugar nada desdeñable. Las primeras obras arquitecturales y pictóricas tenían como objeto la expresión de un sentimiento religioso, y las más bellas piezas de orfebrería expuestas en el Museo Nacional de Bucarest son relicarios, incensarios, cruces y mitras.
El arte, bajo todas sus formas, se difundió desde los monasterios hacia todo el país. Durante mucho tiempo, el arte guardó su intrínseca influencia bizantina que de hecho aún mantiene, como la influencia de la escuela veneciana, visible en determinados lugares; porque del XVI al XVIII, en Rumania fueron llamados artistas venecianos, para ejercer su arte no solamente en beneficio de las iglesias, sino también para el de los particulares.
Mas las manifestaciones de las artes decorativas de Rumania visten variadas formas, que son propias del país y que apenas recuerdan las tradiciones extrañas. Creo que cabe esperar, por parte de un etnógrafo nacional, un hermoso libro – por redactar – sobre el arte popular rumano. Las reproducciones gráficas de los paños, de los bordados de los trajes campesinos, o de la vestimenta religiosa, los grabados a fuego en las jarras altas y demás utensilios de madera, los motivos tallados de los portones y de las casas, la decoración de las cruces plantadas en los cruces de caminos, afianzarían la existencia de este arte popular autóctono.
Las artes decorativas indígenas se remontan bastante tiempo ha, según testimonian algunos edificios de los siglos XV y XVI, adornados con aquellos discos de loza esmaltada con motivos  generalmente zoomorfos, más o menos estilizados, colocados en frisos, y que los coleccionistas buscan hoy con ahínco.

Amen del campo de las artes, la influencia del monaquismo en Rumania mostró su sensibilidad hacia la cultura general. Hay que recordar que, entre los monumentos más antiguos de la lengua rumana, se tienen a mucha honra los relatos religiosos. Entre los primeros libros impresos, en posesión de los coleccionistas rumanos, figuran los Evangelios; y se cree que ya a principios del siglo XVI, el monje Macarie imprimía en Valaquia con su imprenta traída desde Montenegro.

Pero la Iglesia, que también brindaba algo de su cultura al pueblo llano, lo hacía en idioma eslavo. Poco faltó para que el neo-latín, que es la lengua rumana, fuera absorbido por la lengua litúrgica, ya que el gentío se imaginaba que los rezos pronunciados con otras palabras que las del idioma religiosos, carecían de eficacia alguna.
Los historiadores de Rumania argumentan que su idioma estaba ya establecido en el siglo VI, y tan solidamente que se había constituido en una verdadera lengua nacional, que resistió al idioma religioso, desde el siglo IX al XVII.
Todo apunta que fue en la otra vertiente de los Cárpatos, en los lugares a los que se les atribuye los inicios de la nación rumana, en Transilvania, donde se imprimieron los primeros catequismos rumanos. De allí procederían también los primeros textos sagrados escritos en idioma rumano.”
“La Roumanie. Valachie – Moldavie – Dobroudja”

París, Ed.Bossard, 1917
pp. 136-140
Eugène PITTARD
(1867-1962)
Catedrático de Antropología,
Universidad de Ginebra

En reconocimiento a su labor en pro de Rumania y el pueblo rumano,
fue nombrado
doctor Honoris Causa de la Universidad de Bucarest,
y socio honorario de la
Real Sociedad Geográfica de Rumania

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