Los pensamientos abajo trascritos pertenecen a un
antropólogo suizo que, tras emprender varios viajes a Rumania,
acabó enamorado del país, de su arte, su historia y sus gentes, convirtiéndose
en un importante promotor de Rumania en el espacio francófono.
Aquí explicaba, hace casi un siglo, los motivos de la ubicuidad de la iglesia en el arte
y el saber medievales de Rumania. He aquí lo que hasta el viajero menos atraído
por el arte religioso ha de buscar entre los muros de iglesias y monasterios de
Rumania.
“Tismana, Curtea de Argeș, Campulung, así como
los monasterios más simples, ignorados por los turistas vulgares, ocultos en
las honduras de los valles carpáticos; que nadie olvide que estos fueron uno de
los elementos fundamentales de la civilización rumana. Al abrigo de bárbaros e indiscretas, a la sombra de sus claustros,
en la paz de sus blancas celdas encaladas y de sus floridos jardincitos, los
santos varones que los poblaron, que han traído y cultivado la predilección
hacia la lectura y la escritura, y cuyas manos piadosas pintaron los muros de sus
capillas, han propagado el gusto por lo ideal.
En la historia del arte rumano, el
arte monástico ocupa un lugar nada desdeñable. Las primeras obras
arquitecturales y pictóricas tenían como objeto la expresión de un sentimiento
religioso, y las más bellas piezas de orfebrería expuestas en el Museo Nacional
de Bucarest son relicarios, incensarios, cruces y mitras.
El arte, bajo todas sus formas, se
difundió desde los monasterios hacia todo el país. Durante mucho tiempo, el arte guardó su intrínseca influencia
bizantina que de hecho aún mantiene, como la influencia de la escuela
veneciana, visible en determinados lugares; porque del XVI al XVIII, en Rumania
fueron llamados artistas venecianos, para ejercer su arte no solamente en
beneficio de las iglesias, sino también para el de los particulares.
Mas las manifestaciones de las
artes decorativas de Rumania visten variadas formas, que son propias del país y
que apenas recuerdan las tradiciones extrañas. Creo que cabe esperar, por parte
de un etnógrafo nacional, un hermoso libro – por redactar – sobre el arte
popular rumano. Las reproducciones gráficas de los paños, de los bordados de
los trajes campesinos, o de la vestimenta religiosa, los grabados a fuego en
las jarras altas y demás utensilios de madera, los motivos tallados de los
portones y de las casas, la decoración de las cruces plantadas en los cruces de
caminos, afianzarían la existencia de este arte popular autóctono.
Las artes decorativas indígenas se
remontan bastante tiempo ha, según testimonian algunos edificios de los siglos
XV y XVI, adornados con aquellos discos de loza esmaltada con motivos generalmente zoomorfos, más o menos
estilizados, colocados en frisos, y que los coleccionistas buscan hoy con
ahínco.
Amen del campo de las artes, la
influencia del monaquismo en Rumania mostró su sensibilidad hacia la cultura
general. Hay que recordar que, entre los monumentos más antiguos de la lengua
rumana, se tienen a mucha honra los relatos religiosos. Entre los primeros libros
impresos, en posesión de los coleccionistas rumanos, figuran los Evangelios; y
se cree que ya a principios del siglo XVI, el monje Macarie imprimía en
Valaquia con su imprenta traída desde Montenegro.
Pero la Iglesia, que también
brindaba algo de su cultura al pueblo llano, lo hacía en idioma eslavo. Poco
faltó para que el neo-latín, que es la lengua rumana, fuera absorbido por la
lengua litúrgica, ya que el gentío se imaginaba que los rezos pronunciados con
otras palabras que las del idioma religiosos, carecían de eficacia alguna.
Los historiadores de Rumania
argumentan que su idioma estaba ya establecido en el siglo VI, y tan
solidamente que se había constituido en una verdadera lengua nacional, que
resistió al idioma religioso, desde el siglo IX al XVII.
Todo apunta que fue en la otra
vertiente de los Cárpatos, en los lugares a los que se les atribuye los inicios
de la nación rumana, en Transilvania, donde se imprimieron los primeros
catequismos rumanos. De allí procederían también los primeros textos sagrados
escritos en idioma rumano.”
“La Roumanie. Valachie – Moldavie – Dobroudja”
París, Ed.Bossard, 1917
pp. 136-140
Eugène PITTARD
(1867-1962)
Catedrático de Antropología,
Universidad de Ginebra
En reconocimiento a su labor en pro de Rumania y
el pueblo rumano,
fue nombrado
doctor Honoris Causa de la Universidad de
Bucarest,
y socio honorario de la
Real Sociedad Geográfica de Rumania
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