Para abrir boca, antes de llegar a Iași y
sus monumentos - la “dulce villa”, o “urbe de los grandes amores” como los
castizos rumanos llaman, con ternura y nostalgia a la antigua capital de Moldavia
(de 1564 a 1859), es menester
cruzar el río Siret.
La torre de aguas |
Si lo hacemos viniendo desde el sur, tras dejar la nacional 2 en el cruce marcado por la antigua torre de aguas, a unos 5 km, una discreta señal, flanqueada por una fuente – el agua no falta en la vega del Siret - nos indica el camino a seguir para llegar a la casa-museo Vasile Alecsandri de Mircești.
Dedicada al llamado “bardo de Mircești”,
y arropada por un extenso jardín con árboles centenarios, la casa recoge la
atmosfera decimonónica y burguesa en la que vivió y creó Vasile Alecsandri
(1821-1890),
insigne político y literato, poeta, folclorista y dramaturgo
rumano, padre del teatro y de la literatura dramática rumanas, personalidad
crucial de Moldavia – y posteriormente, Rumania – a lo largo del siglo XIX.El mausoleo |
La tumba del bardo |
Al Insigne Poeta [...] la Nación Agradecida |
Detalle de la pintura interior, obra de Paul Molda (1884-1955) |
En el mismo jardín se encuentra su última morada, según sus deseos, dentro de un coqueto mausoleo construido en 1927 por la Academia Rumana, a semejanza de las iglesias principescas moldavas medievales.
Volvemos al DN 28 por el mismo camino, y
giramos hacia la izquierda, prosiguiendo viaje, por la carretera bordeada de
ricas tierras negras de cultivo, hasta el puente sobre el discreto Siret,
perezoso en verano pero que a veces llega a sacar a relucir su fuerza, con el
deshielo primaveral.
A poco de cruzar el río, un letrero nos
orienta hacia el palacete Sturdza de Miclăușeni.
El encaje de la fachada del palacete
apenas deja traspasar algo de la tumultuosa historia de este edificio neogótico
con detalles barrocos. Los muros exteriores ostentan buen número de
decoraciones en altorrelieves recordando el plateresco, pero de estilo Art Nouveau, incluyendo el blasón de la
casa Sturdza – un león blandiendo una espada y una rama de olivo. Para tan
noble tarea, el arquitecto Iulius Reinecke, contó con la ayuda de Maria
Sturdza, pintora, que había ilustrado muchos poemas del arriba mentado Vasile
Alecsandri, vecino y amigo íntimo de la familia Sturdza.
Tumba del fundador |
Las influencias neogóticas se traducen en
pequeñas torrecillas, armaduras medievales, pista de doma hípica, refranes en
latín repartidos por los muros y torre de entrada con foso de agua.
La restauración - aún en curso - de las pinturas murales |
En su interior, el palacio tenía
escalinatas de mármol de Dalmacia, muebles de madera de rosal minuciosamente
tallados, estufas de azulejos de porcelana, suelos de parquet con injertos de
caoba, arce, roble y ébano. Los artesonados y los muros fueron pintados al
óleo. Hoy, la carpintería interior, incluyendo boisseries y escalinatas,
es de madera tallada, mayormente de roble y acacia.
A pesar de los destrozos causados durante
la última guerra mundial, perdiéndose inclusive la impresionante biblioteca
(60.000 tomos), el palacio ostenta muchos elementos interesantes, por ejemplo
unas losas de mármol con inscripciones en latín, eslavo eclesiástico, rumano y
árabe (sic) dan fe de su glorioso pasado, que se remonta al siglo XV.
Si por el contrario, su viaje impone
cruzar susodicho río en Pașcani - algo más hacia el norte - tanto si se dirigen
hacía Iași desde Fălticeni, Târgu Neamț, como si llegan a Pașcani tras haber
dejado atrás el monasterio de Probota, tengan en cuenta que a una decena de
kilómetros de la orilla del Siret, en Ruginoasa, encontrarán el museo Al. I.
Cuza, en el palacete que perteneció al artífice de la unificación de los
principados danubianos.
A finales del XVII, la familia Sturdza
compró la finca de Ruginoasa a los anteriores dueños, de la familia Duca. Un
siglo más tarde, las propiedades de la familia Sturdza en Ruginoasa contaban
unas 8000 hectáreas.
Los planos del nuevo palacio fueron encargados al arquitecto vienés Johann
Freiwald. En 1811 fue construida la iglesia familial, según la moda de la
epoca.
En 1862, el príncipe Alexandru Ioan Cuza
compró el palacio en subasta pública al Banco de Moldavia, para convertirlo en
residencia veraniega. Su primera actuacion fue emprender una remodelación del
palacio. A pesar de pasar poco tiempo en el palacio, su esposa, Doña Elena Cuza
(1825-1909) fue quién supervisó los trabajos de decoración y amueblamiento,
contratando a jardineros alemanes y demás personal para remozar el parque
aledaño al palacio.
Escudo de Armas del Principado de Rumania, con el lema: "todos en uno" |
Plato de porcelana de Sèvres, con el Escudo del Principado de Rumania. |
La escalinata central era de mármol, las paredes fueron
enteladas con seda comprada en París, se construyeron chimeneas y se instalaron
caros candelabros. Los muebles, cuyo documento de encargo está guardado en la
Biblioteca de la Academia Rumana, fueron encargados también en París, en 1863.
Solo dos años pudo disfrutar el príncipe
de su palacio, siendo obligado a abdicar en 1866. Para poder costear su
estancia en el exilo, arrendó las tierras de labranza, rechazando un capital
por valor de 500.000 francos de la época, constituido por el nuevo poder de los
Principados; un gesto casi impensable hoy en día.
Tras su fallecimiento en 1873, sus restos
mortales fueron traídos a Ruginoasa y enterrados en una tumba al lado de la
iglesia. Estos restos cambiaron de ubicación varias veces: en 1907, fueron
colocados en una caja de plata dentro de un ataúd de roble, en la cripta de la
iglesia. En 1944, un soldado las retiró y las llevó a Curtea de Argeș para
ponerlos al abrigo del frente de guerra que se estaba acercando. Desde 1946,
reposan en la iglesia de los tres jerarcas de Iași, donde se ha construido una
cripta.
Seriamente averiado por las batallas
celebradas en sus inmediaciones en la 2ª guerra mundial, el palacio fue
restaurado en varias ocasiones y hoy alberga piezas relacionadas con su época de
mayor esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario