“Si pienso en Văratec, veo sus torres
asomando por encima de huertas y cultivos, veo la colina de Filior, redonda
como un erizo con encinas cuál púas, veo las casitas blancas como la nieve sembradas
entre los centenares de nogales y cerezos, veo la iglesia de San Juan, la tumba
de Veronica Micle (…) y a la redonda, cerros poblados de avellanos y abedules,
vegas blanqueadas por la camomila y las viejas murallas de los bosques de
pino”. Con estas palabras describía el escritor y teólogo rumano Gala Galaction
(1879-1961) el paisaje monástico de Văratec.
Las primeras huellas monásticas de este
lugar están vinculadas al nombre de la madre Olimpiada, del monasterio de
Durău, que había ingresado en la orden en la ermita de Topolnița. Su apoyo fue
el venerable beato José (Iosif), fundador y confesor del monasterio, quien fue
canonizado el 16 de agosto de 2008.
La imponente muralla conforma un recinto
donde se encuentran tres iglesias, la abadía, los edificios administrativos y
el Museo del monasterio, en la anterior ubicación del taller “Reina María”. El
recinto monástico está rodeado por el pueblo monacal, con sus estrechas calles
y las hileras de casas tradicionales en las que viven las monjas.
La construcción del monasterio acabó en el
año 1812, pero tuvo que esperar a 1841 para tener su pintura terminada y ser
consagrada.
En el año 1839, el príncipe de Moldavia,
Mijail Sturza, decidió otorgar al monasterio su independencia respecto de los
demás monasterios y ermitas de la zona, la comunión monástica pudiendo decidir
libremente sobre temas de interés para el monasterio.
La principesa Safta Brancoveanu, última de la saga y benefactora del monasterio |
A lo largo de las épocas, en el monasterio
de Văratec encontraron retiro muchos teólogos y personalidades de la cultura. Caben
destacar la poetisa Veronica Micle, el archimandrita Bartolomeu Anania y la
Académica Zoe Dumitrescu-Bușulenga.
Un magnifico iconostasio de madera de tejo
tallada y dorada (1816) separa el espacio del altar del resto de la nave. La
pintura de la iglesia fue acabada en 1841 y posteriormente restaurada en 1882.
La colección de arte eclesiástico antiguo
del monasterio de Văratec se fundó en el año 1960, en los edificios del lado
izquierdo del recinto. Ella ostenta un valiosísimo patrimonio de objetos de
culto e iconos sobre madera antiguos. Por ejemplo, los que muestran a San
Nicolas o los Santos Arcángeles, fueron traídos desde el monasterio de Râșca –
Fălticeni.
Del siglo XVI, procedentes de la zona de Văleni
– Neamț, tenemos dos iconos de los llamados imperiales, representando al
Pantocrátor y a la Madre de Díos con el Niño. Las claras similitudes entre
estos iconos y los homónimos que se encuentran en el monasterio de Humor, y con
los de Urisiu de Jos, respectivamente, señalan la existencia de un taller o
escuela de pintura en estos lugares. Junto con estos, el icono de la
Transfiguración son ejemplos clásicos del estilo bizantino que perduró en esta
zona mucho más allá de la caída de Bizancio. Una serie de iconos de menor
tamaño (que no importancia), procedentes de la misma iglesia de Văleni, fueron
realizados, junto con el icono de la Dolorosa, por el pintor Euthimios allá por
el siglo XVII.
El monje Teophanes pintó en 1697, en la
ermita de Topolița, otros dos iconos, del Pantocrator y de la Madre de Dios,
respectivamente. Hay otras tres representaciones de la Madre de Dios con el
Hijo, del XVI y XVII, una de la Panagía Galaktotrophousa, fechada en 1661, amén
de un icono fechado en 1779 en Războieni, y otro más, con la Virgen rodeada de ángeles, obra del pintor nacional Nicolae Grigorescu (1859).
También se pueden admirar unos bellísimos tapices, obras de los talleres del monasterios.
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