También llamado “Agapia la Nueva”, para distinguirlo del
cenobio “Agapia la Vieja”, este monasterio de monjas (“Mănăstirea Agapia” en
rumano), ubicado en la vega del arroyo Agapia, dista 9 km de la ciudad de Târgu
Neamț. Coordenadas: 47.171389, 26.2375.
Monasterio de Agapia - vista aerea |
Encuéntrase en medio de un bonito bosque, a 3 km del pueblo de Agapia
(condado de Neamț). Con una comunidad de cerca de 400 monjas, es el segundo
mayor monasterio de Rumania, solo por detrás del Monasterio de Văratec.
Fue construido entre los años 1641 y 1643. Si bien su
arquitectura no ostenta estilo especifico alguno, el mayor atractivo de este
conjunto monumental reside en los frescos pintados por el celebérrimo pintor Nicolae Grigorescu entre 1858 y
1861.
El conjunto monástico está integrado por siete edificios
distintos; dos iglesias – “Santos Arcángeles” y “San Juan Evangelista” – la
capilla de la Natividad de la Madre de Díos, las celdas, los edificios interiores
del recinto, la torre campanario y la Enfermería de la Dormición de la Madre de
Díos.
No debemos olvidar la celda donde el escritor Alexandru Vlahuță
se hospedaba en sus estancias dentro del monasterio, convertida en museo
memorial en 1966.
La historia del cenobio “Agapia la Vieja” está
estrechamente vinculada a la del conjunto monástico. El nombre de Agapia deriva
del nombre del eremita Agapios quién tuvo su retiro en el claro del bosque
donde hoy se erige Agapia la Vieja, cuya fundadora fue Doña Elena, la esposa
del príncipe Petru Rareș.
En cuanto al monasterio “de abajo”, o “Agapia la nueva”,
su fundador es el comandante en jefe de las fuerzas armadas, el hatman Gavriil
Coci (hermano del príncipe Vasile Lupu) y su esposa Liliana, siendo también su
necrópolis.
En lo alto de la puerta que da acceso al templo, por el
lado sur, se encuentra una inscripción con el siguiente texto en eslavo
clerical medieval:
“En nombre del Padre, del Hijo y del Espirito Santo, heme
a mí, el siervo del Señor el hetman Gabriel y mi Señora Lililana, hicimos y
dotamos a este monasterio Agapia en obra nueva, en los días del muy creyente,
fiel y del Cristo bien amador duelo y señor Vasile Lupu Voyevoda. E iniciaron se
las obras el año 7150 (1641) octubre 16º
y acabaron se el año 7152 (1643) mes de
septiembre día 3, y fue consagrado al año 1646 mes de septiembre 12”
La pintura interior es obra de un joven Nicolae Grigorescu,
que trabajó aquí entre 1858 y 1861.
En opinión de los historiadores la pintura que representa al profeta Daniel sería de hecho un autorretrato del artista.
En lo que a la pintura mural se refiere, se ha dicho que
las extensas composiciones que cubren la parte superior de las paredes, las
bóvedas, cúpulas, colgantes y arcos que separan las distintas partes de la
iglesia representan una forma artística nunca vista hasta entonces en nuestro
arte. Lejos de ser unas meras reproducciones a mayor escala de los iconos o de
las escenas del iconostasio, estas buscan convertirse en cuadros con la
importancia de los que el artista había estudiado mediante los grabados.
La tendencia realista en la realización de las caras de
los santos se vuelve cada vez más evidente, Grigorescu trabajando con modelos
vivos que le brindan, en sus palabras “la figura y actitud exigida”. En este
sentido se le reconoce el merito de haber adaptado el estilo neoclásico a su
visión propia, de otorgarle su nota personal, humanizándolo.
Pinturas de Nicolae Grigorescu |
El monasterio alberga una amplia colección de arte y
objetos litúrgicos (iconos antiguos de los siglos XVI – XVIII), un almacén de
libros antiguos y una biblioteca con 15.000 libros.
Como en todos los monasterios, procuren acceder con ropa
acorde al lugar – pantalones largos para los hombres, falda por debajo de la
rodilla para las mujeres, observando una actitud respetuosa - mantengan el
silencio, apaguen el timbre de su móvil. En algunos sitios está prohibido
fotografiar o filmar, mientras que en otros se permite a cambio de un
pequeño donativo.
*) Nicolae Grigorescu (1838 –
1907) es el principal exponente de la pintura rumana moderna, seguido por Ion
Andreescu y Ștefan Luchian. Se ha convertido en el modelo a seguir por las jóvenes
generaciones de artistas que, en los albores del siglo pasado, trataban de
identificar y sacar a la luz los auténticos valores espirituales rumanos.
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