miércoles, 13 de mayo de 2015

Rumania. Turismo y compras, binomio intrínseco (1)




¿Habrá algún turista capaz de volver de un viaje sin ningún recuerdo y/o regalo para los más allegados? Para mí que no.

Lo normal es que nos traigamos algo, de mayor o menor valor, precio, impacto o tamaño, en línea con nuestras vivencias, y que podamos exponer y menos guardar en algún cajón.



Viajar a Rumania tampoco se va a salir de esta dinámica.

Aquí van algunos consejos a la hora de elegir objetos atractivos y de calidad.

No me referiré a los objetos de arte culto – cuadros, tallas, antigüedades, etc. – ya que estos tienen un régimen aparte, no en último lugar debido a su tamaño. Solo mencionar que es aconsejable proveerse de un permiso de exportación. De bastante fácil obtención, lo expiden las oficinas del patrimonio cultural de cada departamento y el artista o vendedor local os debería ayudar en el proceso – noblesse oblige.

La oferta en objetos de arte popular es bastante extensa, en todo el país, así que iremos por géneros.

1)   Trajes folclóricos.

2)   Alfombras y otros tejidos

3)   Bordados manuales.

4)   Cerámica.

5)   Máscaras populares.

6)   Muebles y artefactos tradicionales de madera labrada.

7)   Pintura – huevos de Pascua e iconos (sobre madera, o tras vidrio).



VEȘMINTE

Termino que designa – lo habrán adivinado – la vestimenta; los trajes, vamos.

Los hay para todos los gustos y bolsillos. Más recargados o más sencillos y estilizados.

Desde que Matisse pintara en 1940 su ciclo de las “Blusas Rumanas”,
hasta 2012, cuando el diseñador Philippe Guillet presentó en Paris una colección de alta costura “100% RO - Prejuicios”, el traje rumano no ha dejado indiferente a nadie.
Los trajes más vistosos son los del norte de Moldavia y de la tierra de Muscel, al sur de los Cárpatos.

Desde las blusas y camisas de finísimo lino o algodón, más aptas para el verano,




hasta los chalecos (“bundă” o “bundiță”) que emplean pieles curtidas y bordadas, con finas guarniciones de forro de oveja astracán, de marta o incluso de hurón.


















El surtido es amplio, para todos los gustos y presupuestos.


Algunos aspectos a tener en cuenta: la magia de las blusas rumanas (“ie”, o “cămeșă”) que realza la belleza de toda mujer – hagan la prueba y me darán la razón. Si una Nicole Kidman, Adele, Halle Berry o Gabrielle Anwar vistieron esta prenda ¿por qué no lo haría usted? Es un atuendo elegante y nada ostentoso.

Su mejor complemento sería una “marámă” (un chal de finísima seda transparente, con bordados blancos o azules, pudiendo alcanzar los tres metros de largo). Siendo parte integrante del traje popular rumano, no debería haber “ie” sin “marámă”.



























Y, en segundo lugar, no pasen por alto los complementos – llámense estos cinturones mega anchos para hombre ("chimir" - léan "quimír")


o más estrechos y de coloridas cuentas, a juego con las piezas para el cuello y pulseras, para mujer,



sombreros masculinos ("clop") con plumas de faisán (sic!),



o las tradicionales “opinci”:



unas arcaicas piezas de calzado de procedencia geto dacia; hechas en cuero, vienen atadas al tobillo con finas cuerdas también de cuero. Son frescas en verano y calentitas en invierno.
Drum bun! (¡Buen viaje!)

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